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Mujeres del 68: la resistencia estudiantil que desafió al autoritarismo

El Movimiento Estudiantil de 1968 en la Ciudad de México ha sido narrado históricamente desde la voz de los líderes hombres, pero detrás de esa versión oficial existió un papel protagónico que por años quedó invisibilizado: el de las mujeres estudiantes.

Ellas sostuvieron brigadas, enfrentaron la represión y rompieron con los roles de género de su tiempo, convirtiéndose en pieza clave para la organización y resistencia del movimiento. Su valentía y entrega fueron decisivas, incluso durante la represión que culminó con la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco.

La doble lucha de las mujeres estudiantes

En los años sesenta, pocas mujeres tenían acceso a la universidad. Las familias solían desincentivar su educación porque se esperaba que su destino fuera casarse y dedicarse al hogar. Además, se les imponían carreras “adecuadas” como secretariado o magisterio, mientras que la política y la protesta eran vistas como espacios masculinos.

Aun así, las mujeres se abrieron camino en el Movimiento del 68, muchas veces desafiando las normas familiares. Algunas jóvenes tenían que disfrazarse “como si fueran a una fiesta” para poder salir de casa y acudir a las asambleas estudiantiles.

Brigadas femeninas: columna vertebral del movimiento

Si bien una de las tareas asignadas a las mujeres fue preparar café o alimentos para los estudiantes, pronto se apropiaron de otros espacios clave: organizar brigadas, hablar en público y difundir información en mercados, camiones y plazas públicas.

“Las brigadas eran la columna vertebral del movimiento porque había que romper el cerco informativo. La prensa decía lo que el gobierno ordenaba. Nosotras salimos a dar volantes, a pintar camiones y a informar en toda la ciudad”, relató Adriana Corona, integrante del Consejo Nacional de Huelga.

Estas brigadas fueron vitales para mantener vivo el movimiento, pues difundieron lo que ocurría en las calles frente al silencio de los medios oficiales.

Mujeres frente a la represión

La represión no distinguió géneros. Cuando el ejército atacó el Casco de Santo Tomás, se pidió a las mujeres que se retiraran, pero muchas decidieron quedarse a defender su escuela: “Nos quedamos porque es nuestra escuela y la vamos a defender”, recordaron.

El hostigamiento fue constante. Mujeres y hombres del Consejo Nacional de Huelga fueron perseguidos, encarcelados y torturados. En el caso de ellas, las amenazas incluían agresiones sexuales y estigmatización pública. Testimonios como el de Ana Ignacia “La Nacha” Rodríguez Márquez confirman que hubo presas políticas sometidas a abusos y torturas que nunca fueron reconocidas oficialmente.

Hasta hoy, no se sabe con certeza cuántos estudiantes fueron asesinados o desaparecidos durante la represión de 1968, y las víctimas siguen sin justicia.

El legado de las mujeres del 68

Las mujeres estudiantes del 68 antecedieron a las luchas feministas y estudiantiles actuales. Su papel fue decisivo: sin ellas, el movimiento no habría resistido. No solo aportaron cuidados, sino también liderazgo, organización y voz pública en un México profundamente autoritario.

Reconocerlas es hacer justicia histórica. A 57 años de la matanza de Tlatelolco, su legado se mantiene como resistencia viva para millones de estudiantes y mujeres que hoy siguen luchando por la libertad, la igualdad y los derechos humanos.

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